La alergia alimentaria es una respuesta anómala del cuerpo a los
alimentos, que implica al sistema inmunológico identificando de forma
incorrecta ciertos componentes de los alimentos, por lo que actúa contra ellos
provocando reacciones alérgicas. La gravedad de una reacción puede variar entre
los diferentes individuos. Mientras que una persona puede necesitar dirigirse
con urgencia al centro de salud más próximo en cuestión de minutos por síntomas
potencialmente mortales tras comer un alérgeno alimentario, otras pueden
simplemente presentar un picor en la boca.
En ocasiones, la alergia a los
alimentos se confunde con una intolerancia alimentaria. Sin embargo, ambas
afecciones poseen diferentes causas y síntomas. La intolerancia alimentaria no
se relaciona con el sistema inmunitario, y las personas que padecen
intolerancias a los alimentos pueden consumirlos en pequeñas cantidades y no
presentar síntomas de alergia.
Hoy en día más de 17 millones de personas en Europa padecen alergia alimentaria, y de estas, 3,5 millones tienen menos de 25 años.
La anafilaxia puede describirse como una reacción alérgica sistémica y
grave, de riesgo vital, que progresa rápidamente y potencialmente mortal.
Las causas más frecuentes de anafilaxia incluyen los alimentos, los fármacos y
las picaduras de insectos (abejas y avispas), y por otro lado, a materiales
como el látex, aunque suele ser menos frecuente. La reacción puede comenzar a
unos pocos minutos o incluso a una hora después del contacto con el material o
el alimento, y puede progresar rápidamente causando constricción de la vía aérea, síntomas cutáneos y gastrointestinales y
una alteración del ritmo cardíaco. En los casos graves, puede haber obstrucción
completa de la vía aérea, shock y muerte.
La anafilaxia puede afectar a diversos
sistemas corporales simultáneamente. La
piel está afectada en el 80 % de los incidentes anafilácticos en la forma
de picor, exantema cutáneo y enrojecimiento generalizado o hinchazón debajo de
la superficie cutánea. En otros casos, puede estar afectado al sistema
respiratorio en la forma de irritación e inflamación dentro de la nariz
(rinitis aguda) o asma; el tracto digestivo (náuseas, vómitos, retortijón
abdominal o diarrea); o el sistema cardiovascular (con palpitaciones, aumento
de la frecuencia cardíaca o presión sanguínea disminuida). Todo ello puede
producir mareo, pérdida de la consciencia y, en el peor de los casos, una
parada respiratoria o cardíaca.